Son procesos de diagnósticos o terapéuticos mínimamente invasivos (pequeñas incisiones en la piel), en los que el radiólogo intervencionista utiliza imágenes diagnósticas para dirigir pequeños dispositivos a través de los vasos sanguíneos u otras vías.
Estos procedimientos pueden reemplazar algunas intervenciones de cirugía abierta para hacer diagnósticos clínicos, tratar ciertas enfermedades, corregir accidentes vasculares y cerebrovasculares o implantar dispositivos subcutáneo. Los riesgos son mucho menores que en un procedimiento quirúrgico, sin embargo, al ser una intervención invasiva existe la posibilidad de que se genere dolor leve o un pequeño moretón.
Pocas veces podría presentarse algún accidente al interior de los vasos sanguíneos con los dispositivos que se implantan; sin embargo el radiólogo intervencionista está capacitado para dar atención adecuada a estas situaciones.